Mauricio Macri creó una fuerza parapolicial con el único fin de violentar aún más a aquellos a quienes la sociedad excluye. Todas las noches salía su escuadrón a la calle en busca de indigentes para expulsarlos de la marginalidad. Son personas que, en la visión de este gobierno, no merecen habitar ni siquiera un indigno margen. No existe situación de mayor indefensión para un ser humano que la intemperie y, aún así, Macri somete a estas personas a mayores e innecesarias dosis de violencia.
Mauricio Macri creó un mecanismo estatal de espionaje para espiar a los opositores y a sus propios familiares. Designó al frente de la policía metropolitana a una persona que encubrió el mayor atentado terrorista del país para que lleve a cabo la tarea de construir su propia red de espionaje. Cuando esta trama comienza a descubrirse, cuando los protagonistas van a prisión, Macri insiste en negar todo conocimiento y responsabilidad, violentando no sólo la institucionalidad y la democracia, sino también a las propias palabras. Es como si fuera niño que, cuando hace alguna "travesura", sólo atina a decir "yo no fui". Sólo que es el Jefe de Gobierno de la Ciudad.
Mauricio Macri disminuye sistemáticamente el presupuesto asignado a educación y gasto social, mientras aumenta las transferencias de recursos estatales a sectores privados y a contratistas. Mauricio Macri reforma, mal y a destiempo, al Estado de la Ciudad, copiando el modelo desconcentrador y tercerizador promovido la década pasada por el Consenso de Washington. Desaloja a los pobres y cierra centros culturales. Sus legisladores emiten votos truchos en las sesiones legislativas. Sus funcionarios están vinculados con la última dictadura militar. Hace oscurísimos negocios inmobiliarios con el el patrimonio público de la Ciudad. Subejecuta el presupuesto, pero emite bonos para endeudar al tesoro público.
¿Qué más tiene que hacer Macri para que su gestión se torne intolerable? ¿Cuántas mentiras se pueden soportar? ¿Cómo es posible que se le disculpen cosas tan graves, imperdonables si ocurriesen en el ámbito nacional? Y más importante aún: ¿Qué intensidad de violencia nos puede administrar la derecha antes de que nos duela?