Esto es lo que cree, en general, gran parte de la Clase Media Argentina. El que no trabaja suele pertenecer, en cierto imaginario, a las clases bajas: hablamos, vamos, del “negro”, del “cabecita”, del “villero”. Ellos no quieren trabajar porque, claro, son todos una manga de vagos cuya única aspiración es vivir de los planes sociales del Estado. Podrían trabajar si quisieran y ganarse el pan honestamente, pero no. Son incorregibles estos vagos. ¡Se niegan a limpiar nuestras casas! !No quieren trabajar en la construcción del edificio porque es feriado! ¡Osan, incluso, organizarse y cortar calles! ¡Le reclaman al patrón horas extras! Hábrase visto. Trabajo hay, por supuesto que hay. Pero estos no quieren limpiar nuestra mugre. ¡Que no se atrevan a tener dignidad!
La clase media persiste en esta clase de afirmaciones tan falsas como tranquilizadoras. Afirmaciones que, hay que ser justos, son promovidas por los que más tienen y, cuándo no, por los grandes medios de comunicación (aquí hay un ejemplo). La creencia de que el desempleo y sus consecuencias son causa de la falta de voluntad de un grupo de vagos esconde y reprime la dura realidad: vivimos y somos parte de una sociedad excluyente. La pobreza es el reflejo de nuestra propia imagen. Imagen que nos incomoda y que es cubierta y opacada de innumerables maneras. Una de ellas es, justamente, mentirnos diciéndonos que los pobres son pobres porque quieren, porque no desean trabajar.
Pero no crean que nos quitan la alegría, eh. Faltaba más.
viernes, 19 de junio de 2009
Zoncera Nº 45 - Acá no trabaja el que no quiere
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