Todos hemos escuchado más de una vez frases como ésta o sus derivadas, ya que puestos a achacar culpas las zonceras no hacen discriminaciones de nacionalidad. Claro está, siempre y cuando se trate de países latinoamericanos, que el medio pelo evalúa como portadores de la barbarie. A nadie se le ocurriría, por ejemplo, echarle la culpa a la inmigración chilena de nuestros males, y mucho menos a la europea.
Así, para los promotores de esta zoncera, los españoles e italianos construyeron el país, en tanto que bolivianos, peruanos y paraguayos vienen a destruirlo… y lo hacen de la manera más vil: robándonos el trabajo. Esto parece llevarse a las patadas con otra zoncera ya analizada: “Acá no trabaja el que no quiere”. Pero en eso reside la potencia de las zonceras, una misma persona puede tener como verdades inconmovibles dos o más zonceras en apariencia incompatibles entre sí, sin que ello signifique contradicción alguna.
Esta zoncera, se sostiene en la construcción de un otro que viene a robarnos lo nuestro. La versión preferida es la del trabajo, pero también puede incluir los hospitales, las escuelas y hasta la vivienda. El propio Jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauritzio Macri, ha propuesto como solución para esta “inseguridad” cerrar las fronteras. Esto se vincula con otra zoncera, que analizaremos oportunamente, y que expresa una versión de esta: “Los de provincia nos usan los hospitales, por eso funcionan mal”.
Otro elemento interesante de la zoncera que nos convoca es que no necesita apoyarse en datos de la realidad, para quienes la repiten es válida tanto para épocas de alto desempleo o de pleno empleo y siempre hay algún ejemplo que confirma su tesis indiscutible.
Según esta zoncera, los inmigrantes pobres (¡Pobres inmigrantes!) nos roban el trabajo porque aceptan trabajar por monedas. Aún asumiendo esto que sea así (cosa que por lo general no sucede), los zonzos le adjudican la culpa al trabajador explotado, nunca al empleador que se abusa de la situación de vulnerabilidad del trabajador. Para estos zonzos el inmigrante tiene una especie de malicia, cierto gozo perverso que lo lleva a aceptar bajos salarios en el afán de “robarnos lo que es nuestro”.
Quienes están en contra de la libre movilidad de las personas, suelen estar de acuerdo con la libre movilidad de capitales y nunca se los escuchará quejarse por una empresa extranjera que dejó a miles de trabajadores en la calle. En ese caso recurrirán a proclamar a viva voz otra zoncera (que próximamente analizaremos), esa que dice que “en este país no hay seguridad jurídica”.
viernes, 26 de junio de 2009
Zoncera Nº 46 - Los bolitas vienen a robarnos el trabajo
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