Ayer la maestría de ciencia política de la Di Tella organizó una charla sobre la ley de SCA que prometía sangre. En la primera mesa, de corte "técnico", se cruzaban Henoch Aguiar (ex secretario de comunicación) y Pablo Bulla (funcionario del COMFER). En la segunda, netamente política, Pinedo y Novaro por una parte y Raimundi y Mocca por la otra.
Muchas cosas se dijeron en esa charla, mucha tensión hubo en la segunda mesa. También se dijeron muchas idioteces. Se lo escuchó a Pinedo aventurar la obsolecencia de la televisión dentro de cinco años y a Novaro realizar una encendidísima diatriba contra la posibilidad de que tobas y sindicalistas obtengan señales.
Pero hubo un punto que nos llamó la atención del análisis de Mocca durante su intervención. En un momento determinado, hablando sobre la oposición, expresó que a grandes rasgos pueden diferenciarse dos tipos de actores opositores con actitudes bien diferentes. Por un lado, los llamados poderes fácticos, como la mesa de enlace o las corporaciones mediáticas. Estos no tienen, por llamarlo de alguna manera, una vocación democrática sólida. Los tiempos electorales son, para estos, demasiado largos y ven con buenos ojos la posibilidad de acortarlos. Por otra parte tenemos a la oposición institucional, aquella que tiene representación el Congreso, que es pragmática y que tiene como horizonte ocupar el gobierno. Estos actores priorizan la gobernabilidad y guardan un cierto respeto por los tiempos electorales y la alternancia, principalmente porque son quienes tienen las más fuertes posibilidades de acceder al poder. Concretamente se refirió a la UCR y al peronismo disidente.
Ahora bien, existen algunos indicios que dan cuenta de ciertas actitudes profundamente antidemocráticas por parte del arco opositor más pragmático. La actitud del PRO, la UCR, el ACyS y el peronismo disidente de retirarse del recinto durante el debate de la ley en la Cámara de Diputados y la posterior denuncia de la ilegalidad (sumada a la denuncia de ilegitimidad del actual Congreso) del procedimiento, demuestra una fuerte vocación antidemocrática e infantil. Como no consiguieron reunir los votos suficientes para impedir su aprobación, patearon el tablero. Acordamos con Mocca respecto del pragmatismo de la oposición. Sin embargo, ese mismo pragmatismo que hoy lleva a ciertos actores a respetar los tiempos electorales, puede conducirlos rápida y fácilmente por caminos peligrosamente antidemocráticos.
Porque, ¿qué no estarían dispuestos a hacer ciertos actores si la certeza de eficacia electoral en el 2011 se disipa?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
La pregunta del final es correcta, densa e interesante.
ResponderEliminarY agregaría otra, a tener en cuenta: los actores opositores no institucionales,d e corte corporativo, están asesorados por una derecha muy radicalizada y antidemocrática. Que, a grandes rasgos, considera que la "demagogia populista" de Kirchner, no de Cristina (ninguna mujer puede pensar, suponen) los podría llevar a "perpetuarse indefinidamente" en el gobierno, ellos lo llaman "el poder". Lo que conduce a extremar la oposición por vías no electorales.
Las premisas teóricas antidemocráticas juegan un papel muy fuerte en esto. Se nota, se ventila cuando hablan los representantes directos de las corporaciones, y se sienten incomprendidos, victimizados, racionales ante una gran irracionalidad. Eso es peligroso.
Los actores institucionales opositores, en cambio, se basan en construcciones teóricas más democráticas, que también les hacen valorar más los incentivos de acceder al poder por la vía democrática, ciertamente incentivos muy fuertes y sólidos.
Efectivamente, Lucas, parece haber un partido que se juega en el terreno de las percepciones, de las máscaras. Aquellos que creen, o quieren creer, que este gobierno es autoritario, hegemónico o fascista se radicalizan tanto en sus fines como en sus medios. Ni hace falta mencionar los peligros que ello conlleva, ¿no?
ResponderEliminar