viernes, 7 de agosto de 2009

Contra Menem estábamos mejor

Durante la década de hegemonía menemista aquellos que nos veíamos a nosotros mismos como una parte de la constelación de la izquierda teníamos un problema solucionado. Sabíamos dónde ubicarnos. Allá estaba Menem depredando y destruyendo el Estado, y aquí nosotros, en la vereda opuesta, denunciando al gobierno corrupto. El pacto de Olivos despejó aún más ese lugar, lo hizo más transparente y fácil de percibir, mientras que simultáneamente levantaba algunas fronteras y límites respecto de quiénes podían ubicarse allí y quiénes no. En definitiva, el menemismo configuró las divisiones y los espacios políticos, definiendo dos campos claramente identificados e identificables. Era fácil, en ese escenario, formar parte de un "nosotros" opositor. La tarea común consistía en oponer resistencia a la hegemonía menemista, lo que significó suspender las diferencias con otros actores y fuerzas políticas (algunas fuertísimas) en pos del objetivo común. Oponerse a esto se iba haciendo cada vez más sencillo, aunque el núcleo central del modelo económico neoliberal no se pudiera cuestionar. Transitar ese camino nos llevó a muchos a la experiencia de la Alianza.
Hoy la situación parece repetirse, pero en forma invertida. Ahora son ellos, no nosotros, quienes tienen solucionada la cuestión de la ubicación. Todo aquel actor político más o menos de derecha sabe (es casi de sentido común) que debe oponerse al kirchnerismo y fotografiarse con la mesa de enlace. Tienen un objetivo común, más o menos urgente según el caso, y, al menos por ahora, están suspendiendo sus diferencias internas. De manera precaria, está emergiendo un actor político con pretensiones hegemónicas que se está sabiendo ubicar en el extremo derecho del espectro ideológico. Quizás en unos años recuerden con nostalgia lo bien que se estaba contra Kirchner.
El nudo problemático de la cuestión radica en la dificultad de generar un dispositivo político capaz de proteger y sostener la idea de que el Estado debe ocupar un rol central en la economía, en la regulación de los mercados y en la redistribución de los recursos económicos hacia los sectores más vulnerables. El problema parece ser, efectivamente, que es esa concepción, que de alguna manera expresó el kirchnerismo, lo que se pone entre signos de interrogación. Independientemente de la suerte de las coaliciones gobernantes, es imprescindible preservar, mantener y profundizar esa dirección. Es condición necesaria para que esto ocurra respetar el marco institucional, la democracia y los tiempos electorales. Condición necesaria, pero no suficiente: debe disputarse en el terreno del sentido común la idea de que todo lo que hizo el kirchnerismo estuvo mal, debe librarse la batalla que asegure en la percepción popular una valoración positiva, no de todo, pero sí respecto del rol redistributivo que debe tener el Estado. Si esto no ocurre, no sólo les resultará poco trabajoso hacerse con el poder, sino que alcanzarán uno de sus fines centrales: ponernos de rodillas.
Cuando de sentido común se trata, la Señora es una fuente inagotable:

4 comentarios:

  1. Y tambien contra: " Con Macri y De Narvaez vamos a estar mejor..." Malditas zonceras argentinas...

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  2. Porque no la derecha no la pone a chiquita como candidata a presidente, o mejor aún como canciller... no, no, mejor que la pongan como titular del INADI!!!!

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  3. Hubo un diálogo espectacular con N.Kirchner antes de su asunción, que fué mas o menos así:

    M L "¿Es cierto que con Ud vuelve el zurdaje?"

    N K "Por gente que piensa como Ud hubo treinta mil desaparecidos en nuestro país"

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  4. pero que vieja de mierrrrdaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!

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