Ayer, entre tantos bellos acontecimientos, se terminaba de disolver el bloque del FpV en la Legislatura porteña. No teníamos pensado hacer otro post sobre esto, porque ya habíamos tocado el tema, pero las declaraciones con las que Kravetz acompañó la escición final del bloque nos dieron ganas de decir alguna que otra cosa.
En primer lugar, hay que llamar la atención sobre una debilidad del bloque PRO en la Legislatura: está formado por 26 legisladores y algún que otro satélite, como éste, éste o éste, pero aún así necesitan 31 votos para tener quórum y mayoría propios. A pesar de eso, consiguieron aprobar prácticamente el 100% de las leyes que se propusieron, incluso las más polémicas, como la emisión de deuda, la reforma neoliberal del Estado de la Ciudad (ver aquí, aquí, aquí y aquí), la ley de seguridad pública, la renovación de la concesión de las autopistas y siguen las firmas. ¿Cómo lo hicieron? ¿Cómo pudieron haber conseguido los votos necesarios para aprobar estas leyes? ¿A alguien se le ocurre? ¿Alguien?
Pues sí, fue con la colaboración desinteresada del bloque liderado por el adalid opositor, Diego Kravetz. Es indignante que en lugar de pedir disculpas, declare a los cuatro vientos que "estamos en condiciones de comenzar otra época, respetando nuestras historias y nuestros valores, con la fuerza y la convicción de saber hacia dónde hay que ir, ya sin aquellos para quienes perder siempre es un buen negocio". La oposición, durante la connivencia entre Macri y Kravetz sistemáticamente perdió, una tras otra, todas las batallas dentro de la Legislatura. Si Kravetz puede hablar de formas de hacer negocios con las derrotas es porque las conoce bien, demasiado bien.
Sólo esperamos que, con el nuevo bloque de cinco legisladores que ahora lidera no haga demasiado daño en los meses que quedan hasta que la Legislatura se renueve.
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