miércoles, 2 de septiembre de 2009
Ganando amigos
Hoy en el matutino-que-no-debe-ser-nombrado sale un artículo de Marcos Novaro sobre el proyecto de ley de servicios audiovisuales. Realmente da pena que alguien que escribió cosas tan interesantes hoy rinda pleitesía al multimedio, poniendo a su servicio su intelligentzia a fin de denostar el proyecto y descalificar burdamente al gobierno.
La primera operación que hace Novaro es establecer su propia opinión como si fuera una verdad irrefutable al decir que lo que busca el gobierno con el proyecto es "polarizar y avanzar sobre el control de los medios". Por supuesto, creemos que esto es discutible y no una verdad revelada.
Pero incluso aunque esto fuera cierto, no tendría por qué ser necesariamente malo. Polarizar un conflicto en dos campos, no necesariamente antagónicos, es el ABC de la política, y Novaro, un buen lector de Mouffe, lo sabe perfectamente. Aquí no se trata de aniquilar al adversario, sino de aprobar una Ley en un ámbito deliberativo: el Congreso. Incluso más, la oposición no discute el contenido del proyecto, sino cuestiones procedimentales, como la cantidad de comisiones a las que se debe girar el proyecto o el momento en el que debe ser tratado. Por otra parte, controlar (y no dirigir) la actividad económica también constituye el ABC de la economía.
En Francia, durante las campañas políticas, cuando los diarios mencionan una fuerza política, están obligados a mencionar (al menos una vez) a todas las restantes. Esta es una forma de control del contenido de los medios. ¿Está mal?
A continuación, Novaro manda fruta sobre el contenido de la Ley. Lo más tosco se da cuando dice que "la revisión de licencias fijada cada dos años pondrá a todos los actores a merced de decisiones administrativas". Lo desafiamos desde este blog a que nos indique dónde el proyecto dice tal cosa.
Luego de eso, califica al gobierno argentino de chavista. No lo hace directamente, por supuesto, sino que dice que de ninguna manera se puede inferir que " la Argentina en que vivimos, en transición hacia un nuevo gobierno, puede replicar los rasgos y problemas chavistas", para agregar que eso no es "porque no quieran, sino porque les falta mucho para tener a su alcance un poder como el de quienes pretenden emular". De la misma manera, uno podría decir "Marcos Novaro es un politólogo polémico, aunque de eso no se desprenda que se haya vendido por un plato de lentejas al grupo Clarín".
El artículo, además, le brinda asesoramiento jurídico gratuito a los grupos económicos, al referirse a "la infinidad de barreras judiciales que los afectados razonablemente interpondrán". Por supuesto, no creemos que necesiten ese tipo de sugerencias, seguramente ya tienen ejércitos de abogados preparando escritos, pero sin embargo Novaro tuvo la necesidad de enfatizarlo.
Finalmente, Novaro utiliza con una pasmosa ligereza el calificativo "adictos" para referirse al escaso puñado de medios que manifiestan su apoyo al proyecto. Nosotros preferimos usar otros adjetivos menos peyorativos para describir ese tipo de actitudes (que por otra parte son totalmente legítimas). Por ejemplo, "ex intelectuales de izquierda, actualmente ubicados en la derecha del espectro político, afines a los grupos económicos hiperconcentrados".
Lo paradójico es que la principal denuncia del artículo, la búsqueda de polarización por parte del gobierno, es precisamente aquello que el artículo, no ingenuamente, genera. Parafraseando al autor del artículo, ¿Qué busca Novaro al atribuirle al gobierno pretensiones hegemónicas y la intención de controlar a la prensa? Polarizar el campo político entre defensores de la pluralidad y la libertad de prensa y el poder político voraz, totalizante e insaciable.
Novaro, le sugerimos humildemente que siga tus propias recomendaciones y evite las "visiones simplistas".
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